Tal vez al leer el título de este artículo más de uno haya podido pensar que Brasil es mi próximo destino vacacional. ¡Ya me gustaría! Voy a escribir sobre Río de Janeiro porque hace unos días vi un reportaje que me pareció muy interesante. Mientras leéis, os contagiaré el “buen rollo” de este país a través de una canción que podéis escuchar pinchando aquí. ¿No os entran ganas de poneros el bañador?
En enero de 1502 el navegante portugués Gaspar de Lemos llegó a esta bahía a la que llamó Río de Enero, en portugués Río de Janeiro. Actualmente, la ciudad tiene más de seis millones de habitantes y en ella podemos visitar una de las siete Maravillas del Mundo Moderno, el Cristo Redentor, una gran estatua con brazos abiertos que vigila a su pueblo desde lo alto del cerro Corcovado.
Si os parece grande Central Park (Manhattan), multiplicad sus hectáreas por mil y tendréis como resultado el bosque urbano más grande del mundo, el Parque Nacional de Tijuca, que supone el pulmón de una urbe muy contaminada.
Si os dais un bañito en las famosas playas de Copacabana e Ipanema podréis comprobar la importancia que le dan los cariocas (gentilicio de la ciudad) al culto al cuerpo. Paseando por la arena blanca no se ve ni un gramo de celulitis ni tampoco un solo michelín. Incluso hay gimnasios al aire libre junto al mar.
No te vayas de Río sin dar un paseo en helicóptero; viaje que te mostrará los contrastes de una ciudad en la que mientras unos toman el sol, otros viven en favelas. Brasil es un país emergente que aún tiene señales de su pasado humilde, como es el caso de estas barriadas. Probablemente hayáis escuchado en los medios de comunicación durante los últimos meses una noticia desoladora para los amantes de la naturaleza, y es que este Gobierno se está planteando autorizar a la industria de la madera a talar miles de kilómetros cuadrados del Amazonas, una extensión mayor que la de un país como Suiza. Como sabéis, los árboles limpian el aire, por lo que si desaparecen todas las plantas de este terreno estaremos añadiendo a la atmósfera cerca de treinta gigatoneladas de CO2. Esperemos que recapaciten y que conserven un lugar tan hermoso como este.
Ya que me he quedado con las ganas de ir a las Olimpiadas de Londres 2012, ¡ojalá pueda ir a las de Río de Janeiro 2016!