Alejarse de la polución en Madrid es posible. En la Sierra de Guadarrama el aire sopla puro y hay que usar una chaquetita incluso en verano. Hace unos días visité el monumento más famoso de la zona: el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Esta enorme construcción se levantó el en siglo XVI por orden del rey Felipe II. Su idea era albergar los restos mortales de su padre, el emperador Carlos V. Los monjes Jerónimos serían los encargados de ocupar el Monasterio para proteger la sepultura.
Cuando Madrid fue nombrada capital de España en detrimento de Toledo, el monarca decidió que El Escorial no sería simplemente un monasterio, sino también la residencia real. Así pues, el arquitecto modificó sus planos y diseñó el Palacio de los Austrias. Las obras de construcción duraron cerca de veinte años. De ahí viene el dicho popular, cuando un trabajo se eterniza y decimos que "parece que estén haciendo la obra de El Escorial".
Aunque no está permitido hacer fotos en el interior, en esta sala conseguí sacar disimuladamente la cámara.
Hoy en día se pueden visitar las alcobas, los jardines, la biblioteca y el panteón real. La cripta es bastante tétrica, ya que hay muchas tumbas de infantes, pero resulta impresionante. En este sitio descansan los restos de todos los reyes que ha habido en España a partir de Carlos V. Los padres y los abuelos del emperador yacen en la Catedral de Granada y son los únicos monarcas que no han sido enterrados en El Escorial.
Las salas resultan interesantes para los amantes de la arquitectura, la pintura y la historia. En el Escorial se exponen cuadros del Greco, Tiziano y Velázquez, entre otros. La biblioteca se compone de una colección de más de mil libros en diferentes idiomas. En ella destaca un esquema del Universo en el que la Tierra es el centro de todo, ¡creencias del siglo XVI!
El entorno del monasterio también es bonito, con la sierra de fondo. El municipio es conocido por albergar los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid. Cuando yo era estudiante asistí a unas jornadas sobre ética periodística.
Bajando esa misma calle encontramos “la casita del Príncipe”, rodeada de una densa arboleda, que fue construida en el siglo XVIII para alojar a la familia de Carlos IV.
Mi visita finalizó en Il duetto, un pequeño restaurante italiano en el que comí una riquísima pasta casera. ¡Muy recomendable!